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Y la ética…¿Dónde está? Imprimir
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Escrito por Diego Oscar Durán   
Lunes, 21 de Diciembre de 2009 00:00

Y la ética... ¿Dónde está?

 Gabriel García Márquez ha dicho que: “La ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón”.

 
En el mundo profesional, la deontología señala al individuo sus deberes y obligaciones, los cuales deberá cumplir acorde a sus valores y principios.
Para desarrollarse en la profesión de transmitir información, lo ideal es que estas dos definiciones vallan de la mano. Pero hoy en día tienden a enfrentarse.
Los supuestos deberes del profesional se nublan ante las exigencias de un cambio para nada convencional en sus valores, los cuales le traen riesgos pocas veces evitables. El poder político no se encuentra al margen de estos conflictos, los cuales pueden ser erradicados mediante medidas eficaces de autorregulación, pero que no siempre llegan a tiempo.
           Desde el comienzo de la prensa escrita, los periodistas han tenido que enfrentarse más de una vez, a dilemas morales. Éstos, generalmente vienen aferrados a conflictos internos, que tienen más que ver con las creencia que con la ética profesional para transmitir la información.
           Si bien es cierto que en un principio la información era manejada por unos pocos especializados, hoy en día el proceso de informar, es responsabilidad de varias personas, lo cual muchas veces el grado de mutación que sufre dicha pesquisa, la hace caer en el cotidiano de la irrealidad absoluta.
           Estos nuevos personajes que aparecen en escena, se recrean desconsideradamente con la ética del periodista, la cual supo ser la base primordial de la profesión y la que hoy se ubica en un cómodo segundo lugar.
           La deontología periodística, se vislumbra ante el profesional como una vieja anécdota de un cuento ya gastado por el tiempo. Si bien ésta obliga a cumplir con ciertos deberes -en estos tiempos que corren- se ha visto tan devastada que prácticamente ya no existe una fuerza revolucionaria que les ayude a revindicar dicho deber.
           El tratamiento que los medios actuales le dan a la información, muchas veces, actúa desfavorablemente para el profesional.
           La estructura del pensamiento de los periodistas está ligada a ciertos gustos, preferencias y comportamientos que les hacen tener una visión particular de la realidad, lo que los lleva a manejar la información de una manera significativa.
Pero dependiendo el grado de influencia, por parte de los sistemas informativos que tenga el periodista, determinará el grado de filtración que tenga la información que se presentará a la comunidad.  
          Es inevitable que en este solaz de manipulaciones, se pueda concretar una coherencia ética, ya que el compromiso de los medios dejó de estar ligado a la sociedad, a la cual debe servir, para aliarse a otro jugador que hasta el momento pasaba
desapercibido pero siempre estuvo latente y resulta ser muy influyente en las responsabilidades -cada vez más inertes- de los profesionales y las cuales se encuentran en el centro de discusión y es el “poder político”.
          Este nuevo ente es el que a partir de ahora comandará las partidas.
          La dupla, formada por el poder político y los medios de información, encierra un arma de doble filo de ambas partes.
          Por un lado el primero se asegura de contar con un aliado no opositor, pero también llega a manipular a éste de tal forma que el infundio más descuidado se torna verídico.
         Por otro lado, el medio busca asegurarse la rentabilidad, subsistencia, posibles negocios extra-periodísticos o simplemente seguir gozando de la influencia que tiene sobre la sociedad.
         Cabe decir que al no cumplirse con una de las normas del juego, se producirá un quiebre en la relación que no favorece a ninguno de los bandos.
          La pregunta que surge es: ¿Hasta qué punto el poder político puede manosear la información y hacerla creíble para la comunidad? 
          Se podría decir que hasta el punto que al medio, cuya finalidad es lograr una credibilidad fundada, le permitan cambiar disimuladamente su esencia y poder seguir influyendo en la sociedad.
          El poder político estuvo, está y estará ligado al medio informativo y viceversa.
Mientras no se vuelva a restablecer el orden moral de la profesión de informar, la deontología profesional seguirá siendo un títere más del sistema.  
          Existen varios procedimientos de autorregulación, los cuales son tan diversos como los países en los que se aplica. Todos tienen una visión diferente de lo que significa la conducta moral profesional y junto con ésta el uso de la ética periodística, por lo tanto nadie puede atribuirse tener la receta única y salvadora de cómo emplearla en los medios. El modelo de autorregulación dependerá del trabajo en conjunto de los periodistas de cada territorio.
         Lo que la autorregulación busca es cumplir con la labor de la prensa en democracia, mediante la elaboración de planes que tengan gran tenacidad ante la sociedad.
        Éste engranaje de autocontrol que se tratan de imponer, es solamente una pequeña llama de esperanza para poder levantar la bandera de la ética, pero que muchas veces se apaga cuando se enfrenta a las caudalosas aguas del gran hermano, que todo lo ve y escucha.
         Bien es sabida la responsabilidad que los medios informativos y los periodistas tienen para con la sociedad, pero como se ha visto aquí, esas responsabilidades no siempre son a favor de la comunidad.
           El sistema informativo se ha relacionado con el poder político y ambos saben como sacarse ventaja.
           Los deberes del periodista se fueron desgastando debido a que en el proceso de la información intervienen factores externos interesados únicamente en la manipulación de la verdad, lo que hace imposible mantener una ética profesional adecuada.
           La autorregulación que se pretende, es prácticamente imposible de alcanzar mientras no haya un reordenamiento de los valores por parte del medio y los periodistas. 

 

 

 

Columnista:
Diego O. Durán
portaldelarealidad.blogspot.com

 

 

Y la ética…¿Dónde está?