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El golpe del siglo Imprimir
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Martes, 07 de Mayo de 2019 19:08
Paliza al Barcelona y Messi para dar vuelta una serie imposible. Liverpool tuvo un ritmo arrollador y ni Leo pudo aparecer. Un 4-0 con toda la música para un equipo que acaba de hacer historia en Champions.
 
Le quitó lo que era suyo. Hizo historia con lo que era de otro. Con lo imposible. Contra el mejor de los mejores. Contra todos los pronósticos. Liverpool le sacó al Barcelona y, en especial a Messi, esa sensación de que no alcanzan los adjetivos para este equipo que acaba de hacer historia. Tremendo, milagroso, único, impresionante, paliza... Los cuatro de Liverpool fueron un mazazo para un equipo que ya saboreaba la final y se va con una, sin dudas, de las peores derrotas de su historia.
 
Liverpool había mostrado su buen nivel incluso en el 0-3 de la ida. Pero el nivel superlativo de Messi había hecho posible una goleada que en la cancha que sonaba a exagerada. Así y todo, el contexto marcaba que Barcelona tenía la serie controlada. La necesidad de los ingleses le abrirían espacios y el Barsa siempre te mete un gol. Y además Messi...  Y encima Salah y Firmino lesionados. Todas las especulaciones se pueden tirar a la basura. Los ignotos para muchos Origi, Shakiri, Georginio Wijnaldum se convirtieron en leyenda metiendo a su equipo en la final de Champions cuando nadie, o casi nadie, se lo imaginaba.
 
El arranque arrollador del Liverpool era cantada a pesar de la ausencia de Firmino y Salah. La urgencia del Liverpool era obvia y Klopp redobló las apuestas forzando nuevamente en los sectores que había marcado diferencias en el primer partido a pesar del resultado. Y ahí Mané bailó de nuevo a Sergi Roberto, las espaldas de Jordi Alba fueron mejor aprovechadas y la presión general de todos generaría las oportunidades que Origi, habitual suplente, no iba a dejar pasar. El 1-0 estaba bien pero el Barsa mostraría unos minutos de reacción.
 
En esos minutos de reacción pudo haber cambiado el partido. Pero de esto se trata el fútbol también: la eficacia es un elemento determinante para evaluar a los equipos y ni el Barcelona y, extrañamente, ni Messi tuvieron ese nivel que los eleva sobre el resto de los mortales. Porque si bien Leo terminó metiendo un par de esas asistencias imposibles, también demoró una eternidad para definir un pase atrás de Jordi Alba que tenía olor a gol y a definición de la semifinal.
 
El mérito del Liverpool estuvo en que supo asumir los riesgos, que lo hizo inteligentemente. Y más destacable aún que con el 3-0 no bajó el pie del acelerador. Sabía que si no se aprovecha de un Barsa herido, podía ser mortal. Atentos, concentrados, metidos en la hazaña posible se encontraron con unos minutos de la peor versión de un Barcelona apático y así llegó el cuarto gol que es un resumen del partido. Rapidez, precisión, concepto del juego para sacar rápido un córner mientras los defensores durmieron la siesta que más pesadillas les traerá en su historia.
 

El golpe del siglo