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Horizontalizar y compartir el mando con los barones: el Plan político de Berni en Seguridad Imprimir
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Domingo, 17 de Mayo de 2020 19:02
Modificó mediante una resolución la organización de la Policía, ampliando la conducción política. La nueva Policía de Berni.
 
Seis meses después de asumir al frente del Ministerio de Seguridad, Sergio Berni implementó un plan diseñado en el concepto de horizontalidad. Transformó de un plumazo la estructura de la principal fuerza de seguridad del país, desafiando incluso los límites de la legalidad. A través de una resolución que lleva solo su firma, modificó lo establecido por Ley 13.482.
 
La norma habilita al ministro a reorganizar a la fuerza para adaptarla a su plan de seguridad, sobre todo en cuestiones operativas. El anuncio que se conoció esta semana, sin embargo, incluye reformas profundas en la gestión de la fuerza, y pone a los alcaldes en un rol determinante en el manejo del control del delito. 
 
El planteo no es novedoso en la Provincia, aunque tiene sus particularidades. Se parece en muchos aspectos a una remake de la Reforma que quiso hacer León Arslanián, aunque –claro- agiornadas a la estructura actual. 
 
Desde que asumió Berni se transformó en el ministro más mediático de la gestión provincial. La estelaridad de su conducción que incluyó presencia televisiva casi diaria en los canales nacionales, alentó el rumor de su presunta aspiración electoral. Demasiado pronto para coquetear con la posibilidad enfrentar a su jefe actual, en 2023. En la fuerza se hace llamar Sierra Bravo. En los mentideros de la política bonaerense, siempre dispuesta a las especulaciones interesadas, algunos ya se animan a decirle “Gobernador”.¿Se puede asociar el estilo de conducción con sus aspiraciones electorales?. Quizá sea apresurada tal vinculación, pero no pareciera equivocada. 
 
La reforma eliminó las Departamentales y las Distritales que oficiaban de vínculo entre el extenso territorio de la Provincia y el Ministerio de Seguridad. Alrededor de un centenar de jerarquías distribuidas en el vasto territorio de la provincia. En rigor las bases siguen funcionando rebautizadas y re categorizadas asignándoles un rango de importancia basado en la población que custodia cada jurisdicción. La distribución geográfica de la nueva conducción es clave: abre la puerta a que los distritos asuman un rol protagónico en la ejecución del plan de seguridad.  
 
La reforma invita a los municipios a la adhesión de un convenio de colaboración directa entre los distritos y la Provincia. En ese marco estipula que el Jefe de Estación de Policía de Seguridad, será designado por el Ministro de Seguridad “a propuesta del intendente Municipal”. 
 
En dos artículos describe el poder de decisión con el que contarán los intendentes que adhieran al convenio que alumbró la reforma: “Deberán elaborar un Plan Integral de Seguridad Local, que será aprobado por el Ministerio de Seguridad”, para la prevención del delito, más un “Plan de gestión integral de Riesgo” con una serie de “hipótesis de catástrofes y emergencias y su probabilidad de ocurrencia” con un diagnóstico de las vulnerabilidades locales “para coordinar las acciones que reduzcan el riesgo”. En llano: los municipios delinearán el plan de prevención del delito de acuerdo a su particular realidad, y proyectaran acciones sobre la base de “hipótesis” sobre lo que eventualente podría pasar. 
 
El rol que asumirán los intendentes es el dato más relevante de la reforma actual. Podrán nombrar a los jefes de la Policía de su propio distrito. La norma aclara que la última palabra será del ministro. Una formalidad. ¿A quién responderá el comisario sino a quien lo impulsó para ocupar el sillón de mando? Será un hombre “del intendente” el que controle y dirija a los uniformados que caminen su territorio. 
 
De suscribir el convenio que habilita la reforma, los intendentes tendrán un rol protagónico en una especie de “Mesa de Coordinación” en la que se sentará el Jefe de Policía y su hombre al frente de la fuerza en su jurisdicción, para discutir y poner en marcha el plan de seguridad para prevenir el delito. 
 
La jugada de Berni lo deja bien posicionado sobre todo con los intendentes del Conurbano, que pasarán de Barones a caciques con fuerza armada (casi) propia. La estrategia no les sienta a todos los alcaldes por igual. En los distritos más populosos del Conurbano suele haber recursos para afrontar las necesidades operativas de semejante ejército. Sobre todo si la distribución central de los fondos desde La Plata responderá, además, al eje geográfico-poblacional (que incluye demografía) con el que se reestructuró el mando. 
 
Un escenario bien distinto a los alcaldes del interior que nada quieren saber con ganarse más problemas haciéndose cargo de la Policía.
 
Es cierto que en la mayor parte de los distritos de la Provincia los intendentes deben lidiar con las penurias que devienen del fracaso de un plan de seguridad. Se acumulan ejemplos de puebladas en territorio bonaerense que golpearon las puertas del Municipio para reclamar Seguridad aun cuando, se sabe, la responsabilidad operativa y orgánica de la fuerza tributa en la administración provincial. De suscribir el plan, ahora, la responsabilidad será compartida con los alcaldes. Casi un blanqueo administrativo de la situación actual, aunque parece no consensuado en el interior. 
 
El salvaje asesinato que perpetró un grupo de rugbiers en el verano gesselino, puede ser un anticipo de lo que vendrá. El intendente asumió el costo político que trae aparejado un hecho de semejante crueldad,  pese a que la policía había tenido contacto con los asesinos momentos antes del crimen, el segundo responsable señalado fue el Comisario de la zona. Todo queda en el municipio si el primero elige al segundo. Berni bajó algunos días después, en una promocionada gira mediática, para clausurar otros boliches. Mientras el intendente daba explicaciones por cada medio del país, el ministro aparecía ordenando la situación. 
 
Es lo que pasa si horizontalizas la conducción de la fuerza y transformás a cada intendente en un Power Ranger al frente del combate contra el crimen. Las bombas les explotan a ellos. 
 
El cambio de denominación trajo además, cierto malestar interno sobre todo en la cúpula actual de la fuerza. La categorización traba el ascenso a las máximas jerarquías en algunas regiones. Antes cualquier jefe podía aspirar a transformarse en Comisario Mayor, ahora las de menor clase deberá contentarse con llegar a Comisario Inspector. 
 
El nivel de adhesión al convenio que alumbró la reforma dejará en evidencia el consenso del que goza la reforma de Berni, que devolvió poder a los barones y horizontalizó la gestión de la principal fuerza de seguridad del país. El problema es que si mandás, tenés que asumir como propia la responsabilidad que antes pateaba para la Provincia.
 
 
  Horizontalizar y compartir el mando con los barones: el Plan político de Berni en Seguridad