Juan y el Coronavirus: Un poco de sentido común Imprimir
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Domingo, 15 de Marzo de 2020 07:07
Por Nacho Montes de Oca
 
Usemos el sentido común y las matemáticas para explicar el problema de no cerrar los colegios por el coronavirus. Vamos a usar a un chico imaginario llamado Juan. Va al jardín y tiene una hermana en segundo grado. Una mamá y un papá. Acaban de llegar de España
 
Juan comparte la sala con 24 compañeros, un número usual en un jardín. Como no desarrolla síntomas, esparce en virus en pocos días. Nadie nota nada raro y entre dedos en la nariz y una tos leve, pasan los días. 25 vectores potenciales. 25 familias son 100 potenciales infectados
 
Juan tiene una maestra y su ayudante. Profesores de gimnasia, arte, música, señoras que sirven la merienda y así hasta llegar a 20 adultos expuestos al contagio. Pasamos entonces de 25 familias a 45. 45 familias de 4 integrantes como promedio = 180 casos potenciales
 
Juan tiene una hermana que tiene 35 compañeros –el promedio de un aula de primaria- y expuso a otros 15 adultos. Vamos sumando entonces 50 a las 45 existentes, sin contar los posibles contagios en el recreo con 400 niños. Otras 95 familias, 380 casos potenciales
 
Existe otro Juan que va a un colegio en el conurbano y tiene 2 hermanos. La madre trabaja de moza en el aeropuerto y se contagió al atender al padre del otro Juan; nadie le avisó que debía tomar precauciones. Son 3 hermanos, 3 aulas, 90 chicos, 45 adultos…315 casos potenciales
 
El tema es que el segundo Juan asiste al comedor porque la plata no alcanza y allí se reúne con otros 300 chicos. Recién ahora las autoridades tomaron conciencia y llegan tarde a enseñarles la higiene preventiva. 300 chicos más 20 adultos. 320 familias, 1280 casos potenciales
 
En todos los casos tomamos una familia tipo de cuatro personas de puro optimistas que somos. Pero hay núcleos familiares más grandes en algunas zonas de riesgo. Y además, padres, hay abuelos, tíos y otros allegados. Pero sigamos con las cifras más bajas
 
El otro problema es que mientras no se tomó en serio la pandemia, ambos juanes estuvieron con sus abuelos, quedaron al cuidado de algún adulto mientras sus padres trabajaban y fueron a la plaza donde pueden haber regado los virus. Los colegios, fueron el centro de contagio.
 
De haberse aislado a los viajantes, Juan no hubiera contagiado. Y de haberse suspendido las clases hubiera permitido circunscribir su contacto a dos adultos y otro niño. 4 contra 380 casos potenciales. Y si monitoreaban a la madre del otro Juan, 5 contra 1280 potenciales
 
La familia del primer Juan ahora está en cuarentena. Los padres del segundo, tienen fiebre y esperan hace horas en una sala de su barrio junto a una decena de personas. El segundo Juan no tiene síntomas y sigue yendo al comedor.
 
A nadie se le ocurrió reforzar la Tarjeta Alimentaria para suplir la concentración en el comedor o decirles a los padres que debían iniciar una cuarentena. Nadie les dijo que no mandaran a sus hijos al colegio. Es solo fiebre y en la tele Víctor Hugo dice que hay mucha paranoia
 
Pero el tío kirchnerista de Juan dice que una prestigiosa infectóloga que trabaja con Ginés asegura que no es necesario suspender las clases. Otro tío, que no es K, le pregunta por qué entonces en 34 países sí lo hicieron. De EEUU a Venezuela. De Corea del Sur a Paraguay
 
Juan escucha entonces como sus tíos discuten –si supiesen que Juan porta el virus saldrían rajando – y comienza a notarse que el tema ya no es solo sanitario ni matemático, es político. Como todo en Argentina. Dejan de pelear, para ver un partido en la tele. Ahora es gratis
 
Un día, Juan va a crecer y entender que si Ginés y sus jefes tomaban medidas drásticas como cerrar los colegios y fronteras, debían admitían que minimizaron la pandemia y se tiraron a chantas. “Nos equivocamos”, será la frase que no va a figurar en los archivos de éstos días
 
Juan es un personaje imaginario. El resto son cifras que surgen del sentido común y la información disponible. El coronavirus tiene una tasa de contagio de 1,2. Los chicos son el vehículo ideal de difusión. Y los más difíciles de entrenar para tomar los cuidados del caso.
 
Dejar a los chicos en casa por 14 días, hace más sencillo seguir las pautas de higiene y también hace más fácil reportar casos e impedir que el virus se esparza en sitios públicos. Son dos semanas que pasan rápido y se compensan con tarea escolar remota y buena voluntad
 
Cierren los colegios, son unos días. Quizás tengan que afrontar críticas por desdecirse. Pero los números no mienten. Ya le pifiaron con el control a los que entraban. Juan, su familia y sus compañeros les van a agradecer que una vez en la puta vida dejen de ser tan soberbios.
 
PD: No soy infectólogo, pero como comunicador tengo la responsabilidad de decir ciertas cosas. No pienso mandar a mis hijos al colegio para que se crucen con Juan. Aprovecharé el tiempo para enseñarles a cuidarse y no esperar nada de los políticos chantas. Algo van a aprender
 Juan y el Coronavirus: Un poco de sentido común